viernes, 4 de mayo de 2012

Un día muy doloroso

Durante 35 años años tuve un amigo, un compañero, un confidente, no fue un marido, pero fue mi medico, aquel  a quien le contaba mis problemas, mis angustias, mis miedos y siempre tenia una palabra positiva que me hacia olvidar cualquier angustia o duda que tuviera, en diciembre no me sentía nada bien y llegue a donde el,  no era nada físico era mas bien el deseo que me dijera que estaba bien y que nada me pasaría, era que si el me decía que ya estaba bien yo saldría adelante, era mi cargador de pila, como lo fue en algún momento mi madre, siempre lograba que yo saliera de su consultorio con nuevos ánimos, en muchas oportunidades no era ninguna afección física era el  poder hablar sin pena y el derrumbarme a sabiendas que de allí no saldría y nadie sabría mi  debilidad, ya los años me llevan por delante y en este momento ya no creo que sea posible volver a encontrar otro confidente de este calibre